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El término “ejército” se refiere a los soldados, así como al grupo de personas en la guerra. También fue dicho que el término “ejército” se refiere a los soldados que salen a la guerra o a realizar otras misiones.
El término “ejército” se refiere a los soldados, así como al grupo de personas en la guerra. También fue dicho que el término “ejército” se refiere a los soldados que salen a la guerra o a realizar otras misiones. Al igual que otros organismos del Estado islámico, el ejército tuvo un comienzo modesto y se fue creciendo rápidamente hasta que llegó a una etapa avanzada teniendo su propio sistema.
La realidad es que los árabes en la era de la Yâhilîah (época pre-islámica) no tenían ningún sistema militar propio de los soldados debido a su nomadismo, sino que todo hombre que era capaz de empuñar las armas podía salir a combatir, en caso de necesidad, en defensa del clan y de la tribu. Sus armas consistían en: espadas, lanzas y arcos. Los dirigía un comandante que tenía experiencia en el combate y era conocido por su valentía. Y a menudo el comandante era el jefe de la tribu[1].
Cuando llegó el Islam, y a los musulmanes se les autorizó luchar y realizar el Yihâd por la causa de Al-lâh (Glorificado Sea), todo musulmán era soldado, y su amor hacia su religión le motivaba a procurar realizar el Yihâd y morir como mártir por la causa de Al-lâh (Glorificado Sea)[2].
El Profeta (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam) era el comandante supremo del ejército musulmán. Y después de su muerte, las condiciones se desarrollaron, los campos de combate se multiplicaron y los ejércitos musulmanes se dirigieron a diferentes lugares, lo que dificultó que el califa mismo dirigiera el ejército. Por lo tanto, el mando del ejército de los musulmanes fue encargado a quien era conocido por su valentía, intrepidez, audacia, firmeza y buena planificación. Era obligatorio obedecer a tales comandantes, quienes examinaban a los soldados antes de luchar contra el enemigo, con el fin de asegurarse de su preparación y equipaje, como solía hacer el Profeta (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam). Y una vez terminada la lucha, la misión del comandante era verificar las condiciones de sus soldados y adiestrarlos, así como mejorar y reforzar su equipo[3].
El califa Omar ibn Al Jattâb (que Al-lâh Esté compalcido con él) cuidaba a los soldados, así que estableció un diván especial -como se ha mencionado anteriormente- para supervisar sus diversos asuntos: registrar sus nombres, descripciones, tareas y sueldos. Y cuando las conquistas islámicas se extendieron, los botines aumentaron y las condiciones de vida de los musulmanes se mejoraron y muchos de ellos se establecieron en las ciudades, a Omar ibn Al Jattâb (que Al-lâh Esté compalcido con él) le preocupó que algunos de ellos se relajasen, dejaran de realizar el Yihâd y se ocuparan de la fortuna. Por lo tanto, les incitó a participar en el Yihâd dedicando asignaciones tanto para ellos como para sus familias. Y quien de entre los soldados se negara a participar en el Yihâd sin excusa [aprobada por la Sharî‘ah], se le recriminaba y reprochaba de una manera digna de impedirle, así como a otros, hacer lo mismo.
A Omar (que Al-lâh Esté compalcido con él), también, corresponde el mérito de establecer fortalezas y campamentos permanentes para que los soldados descansaran durante su marcha hacia el enemigo. Por lo tanto, nuevas ciudades fueron construidas, como Basora, Kûfa y Al Fustât, donde los soldados podían tomar un descanso y repeler los ataques de los enemigos.
Los omeyas completaron los esfuerzos de Omar (que Al-lâh Esté compalcido con él) en cuidar el ejército, pues organizaron el diván de soldados y desarrollaron el ejército. Cuando los asuntos del gobierno se resolvieron definitivamente, muchos musulmanes se retiraron del Yihâd y de la guerra, por lo tanto el califa omeya ‘Abdul Malik ibn Maruân introdujo el sistema del alistamiento obligatorio[4].
También, los musulmanes establecieron unas tradiciones militares e innovaron muchos artes marciales, ya que los árabes en la Yâhilîah no tenían sistemas de combate, sino que dependían de la técnica de ataque y retirada. Y después del surgimiento del Islam y de la revelación de la aleya en la que Al-lâh Dice [traducción del significado]: {Ciertamente Al-lâh Ama a quienes combaten en filas por Su causa, como si fueran una edificación sólida.}[5], los musulmanes organizaron sus ejércitos, sobre todo cuando sus conquistas se expandieron, y los ejércitos musulmanes lucharon contra otros ejércitos que tenían una larga historia en la planificación y la organización, como los persas y los romanos.
Los musulmanes desarrollaron una técnica en la organización de sus líneas de combate conocida como escuadrones, es decir, batallones o unidades. Ésta se basa en dividir el ejército en cinco grandes unidades: el frente, el flanco derecho, el flanco izquierdo, la unidad central y la retaguardia[6].
Al Iarmûk, Al Qâdisîah y Aynâdain se consideran unas de las batallas militantes que sirven de modelo en cuanto a la movilización y el buen mando de los ejércitos. Los Aliados europeos en la Primera Guerra Mundial copiaron el ejemplo de Jâlid ibn Al Ualîd (que Al-lâh Esté compalcido con él) en la batalla de Al Iarmûk, en términos de la unificación del mando y la elección de la ubicación más adecuada para la batalla[7].
El Estado proporcionaba a los soldados todo lo que necesitaban de armas y municiones. El ejército se componía de caballería e infantería. También se utilizaban varios tipos de armas:
-Armas individuales ligeras: como espadas, lanzas, arcos y flechas de todo tipo.
-Armas grupales pesadas: como las catapultas y los tanques que los combatientes utilizaban para refugiarse en su interior.
También hubo una categoría de armas para proteger el cuerpo de los diferentes golpes del enemigo, tales como cascos, armaduras y escudos. También utilizaron las armas químicas, pues los musulmanes sobresalieron en el uso del fuego griego y lo desarrollaron y descubrieron a su vez materiales cáusticos y explosivos. Y debido a que los caballos eran un arma importante en el ejército musulmán, los musulmanes tenían interés en criarlos y entrenarlos, y también en protegerlos en tiempos de guerra. Era por eso que los musulmanes ponían armaduras a sus caballos que cubrían sus cuerpos y los protegían de los ataques de los enemigos[8].
Desde la época del Profeta (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam), los musulmanes utilizaban un aparato militar llamado Dabbâbah (tanque), el cual era una máquina que se usaba para perforar las murallas y destruir las fortificaciones. Ibn Kazîr mencionó en su libro llamado Al Bidâiah Ua An-Nihâiah que “algunos de los Compañeros (que Al-lâh Esté compalcido con ellos) entraron en una Dabbâbah y luego avanzaron para quemar el muro de la ciudad de Tâ’if...”[9].
Por otra parte, los omeyas estaban interesados en la fabricación de las catapultas, hasta que Al Hayyây ibn Yûsuf Az-Zaqafi pudo fabricar una catapulta llamada Al ‘Arûs (la novia), que necesitaba a unos 500 hombres a su servicio. Al Hayyây entregó una serie de estas catapultas a su primo, el comandante y Muyâhid Muhammad ibn Al Qâsim Az-Zaqafi[10], y éste los utilizó para conquistar la ciudad de Ad-Daibul (Karatshi) en el año 89 de la Hégira, y varias otras ciudades en el valle del Sind[11].
El ejército musulmán innovó una unidad llamada An-Naffâtah (lanzadores de nafta); eran los que utilizaban la nafta en las guerras montando los caballos o los que llenaban las botellas de nafta y las arrojaban hacia el enemigo. Dicha unidad era común desde la época abasí y fue ampliamente usada en la época de las Cruzadas. Ibn Kazîr dijo sobre los eventos del año 586 de la Hégira, que el califa abasí An-Nâsir Lidînil-lâh (falleció en el año 622 después de la Hégira) envió al comandante Salâh Ad-Dîn Al Aîûbi (Saladino) “una carga de nafta y lanzas, así como lanzadores de nafta y perforadores de muros, todos ellos eran muy profesionales”.[12]
Lo que llama la atención es que el ejército musulmán fue el primero en utilizar la pólvora, aun antes de los occidentales, al contrario de lo que afirman algunos orientalistas que dicen que los europeos la habían utilizado en sus guerras y la habían conocido antes de los musulmanes. La pólvora fue utilizada por primera vez en Egipto, gracias a la disponibilidad abundante del natrón en su tierra. Al Maqrîzi mencionó entre los acontecimientos del año 727 de la Hégira que la pólvora fue utilizada junto con la nafta en la boda de la hija del sultán de Egipto, An-Nâsir Muhammad ibn Qalaûn, diciendo que “Qiylîs hizo una torre de pólvora y nafta en la ciudadela.”[13] Parece que los musulmanes la conocían antes de esta fecha con bastante tiempo. Ibn Jaldûn mencionó que los Meriníes de Marruecos la utilizaron en sus guerras, sobre todo en la conquista de la ciudad de Sijilmassa. Ibn Jaldûn, mencionó que su sultán Ya‘qûb ibn ‘Abdul Haq estableció frente a la ciudad un “Cañón de nafta que tira bombas pequeñas de hierro desde una cámara ubicada frente a pólvora ardiente, de una manera extraña que refleja la Omnipotencia del Creador”[14]. Este incidente fue en el año 672 de la Hégira. También, parece que los musulmanes usaron el “cañón” en sus guerras –según Ibn Jaldûn- desde el siglo VII de la Hégira, puesto que utilizaron bombas pequeñas que se tiraban con la fuerza aterrorizante de la pólvora. Es por eso que Ibn Jaldûn se extrañó de esta fuerza, lo que aparece en su descripción anterior.
Los mamelucos utilizaron mucho los cañones en sus guerras y desarrollaron varios tipos de los mismos, grandes y pequeños. En el libro llamado Subh Al A‘sha, Al Qalqashandi describe el cañón de pólvora, diciendo: “Son cañones disparados con nafta, y son de diferentes tipos: algunos disparan flechas enormes con bolas en la punta que pueden perforar piedras, y otros tiran bombas de hierro que pesan entre 10 y más de 100 libras egipcias. Y en Alejandría durante la época de la dinastía Ashrafîah cuando su gobernador era Sha‘bân ibn Husain en representación del príncipe Salâh Ad-Dîn Ibn ‘Arrâm, vi un cañón hecho de cobre y plomo, fijado en patas de hierro en un campo, y se disparó del mismo una grande bala ardiente de hierro que recorrió una larga distancia hasta que cayó en Bahr As-Silsilah (en el mar).”[15]
A base del dicho anterior de Al Qalqashandi, creemos que había dos tipos de cañones, uno que lanzaba un gran número de flechas con mucha rapidez y fuerza, y otro que tiraba bolas ardientes de hierro. Ambos tipos lanzaban sus proyectiles de una manera muy rápida y a distancias lejanas. Al Qalqashandi vio el disparo del mencionado cañón alrededor del año 775 después de la Hégira, lo que demuestra la primacía de la innovación de los musulmanes de los aparatos de guerra desde una época muy temprana.
Nadie puede negar la historia de las victorias de los musulmanes a lo largo de su civilización sobre otras fuerzas que les superaban en cuanto al número y al equipamiento en batallas diferentes y definitivas. Esto refleja la posición y la naturaleza del ejército en la civilización islámica en términos de la organización científica planeada, la inteligente planificación, la preparación permanente y los equipos militares innovados y coherentes con las diferentes épocas.
Nuevos conceptos sobre la vida militar:
La vida militar islámica se distingue de las demás por varias características y principios que jamás se han visto en el mundo antiguo o moderno. Uno de los principios más importantes es: la fe de aquellos que están a cargo del mismo en el objetivo y su perseverancia en lograrlo. El Profeta (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam) era un buen ejemplo al respecto, cuando rechazó todas las ofertas hechas por Quraish para disuadirlo de transmitir el Mensaje del Islam al mundo. Así que el Profeta (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam) dijo a su tío paterno Abu Tâlib: “¡Oh tío! ¡Juro por Al-lâh! Aunque colocasen el sol en mi mano derecha y la luna en mi mano izquierda a cambio de renunciar a esta cuestión [llamar a la gente al Islam], nunca desistiré hasta que Al-lâh la Haga triunfar o yo perezca defendiéndola”[16]. La misma postura fue adoptada por Abu Bakr As-Siddîq (que Al-lâh Esté compalcido con él) cuando algunos de los musulmanes se abstuvieron de pagar el azaque, el cual es uno de los cinco pilares del Islam. Así que dijo: “Definitivamente voy a luchar contra cualquier persona que deje de pagar incluso la mínima parte del azaque que solía pagar al Profeta (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam). El azaque es un derecho que debe ser sacado de los bienes. ¡Por Al-lâh! voy a luchar contra quien diferencie entre la oración y el azaque”[17]. Los líderes musulmanes seguían la misma línea de determinación e insistencia, por lo que el martirio por la causa de divulgar la Religión de Al-lâh (Glorificado Sea) era más deseado para ellos que la vida. Así que eso fue la primera llave del triunfo para sus planes militares, porque tenían fe en que la victoria provenía [solamente] de Al-lâh (Glorificado Sea). Y eso poniendo en práctica lo que Al-lâh Dice [traducción del significado]: {La victoria no proviene sino de Al-lâh, Poderoso, Sabio.}[18]
La guerra en el Islam no era una agresividad con objetivo de saquear y robar o para conseguir una ganancia mundana pasajera, sino que siempre tenía el objetivo de subir la Palabra de Al-lâh (Glorificado Sea) por encima de todas las cosas. Por lo tanto, los Muyâhidûn [los que realizan el Yihâd] tenían una voluntad perseverante y ánimo ante los cuales se facilitaba lo difícil, y eso se debía a la aleya en la que Al-lâh Dice [traducción del significado]: {Y combatid por la causa de Al-lâh a quienes os combatan, pero no seáis agresores; porque ciertamente Al-lâh no Ama a los agresores.}[19] Así que este espíritu -ilimitado- era uno de los factores más potentes que contribuyeron al éxito de la vida militar islámica.
Por eso, ‘Ubâdah ibn As-Sâmit (que Al-lâh Esté compalcido con él) dijo a Al Muqauqis (Ciro de Alejandría), el líder de los coptos:
Nuestro deseo y voluntad es realizar el Yihâd por la causa de Al-lâh (Glorificado Sea) y lograr Su Complacencia. Y no invadimos a ningún enemigo de entre quienes luchan contra Al-lâh (Glorificado Sea), por desear una ganancia mundana ni en busca de incrementar nuestros placeres, aunque Al-lâh (Glorificado Sea) nos Permitió eso e Hizo que el botín logrado [del enemigo] fuera lícito para nosotros. Y a ninguno de nosotros le importa si tiene quintales de oro o si tiene un solo dírham, porque el objetivo de cualquiera de nosotros es comer algo para saciar su hambre en su día y noche y ponerse ropa [que tape su cuerpo]. De este modo, si alguno de nosotros no poseyera sino eso, le bastaría. Y si tuviera un quintal de oro, lo gastaría en la obediencia de Al-lâh (Glorificado Sea), y se bastaría con lo mínimo suficiente para sobrevivir. Es que el beneplácito mundano no es un verdadero placer, tampoco lo es su prosperidad, ya que el beneplácito y la prosperidad verdaderos serán en la Otra Vida. Eso es lo que nos Ordenan Al-lâh (Glorificado Sea) y Su Profeta (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam). También, nuestro Profeta (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam) nos recomendó que cada uno de nosotros no tuviera interés sino en tener lo que frenase su hambre y tapase su cuerpo, y que se dedicase a complacer a Su Señor y a realizar Yihâd contra Su enemigo. Y todos nosotros imploramos a nuestro Señor, día y noche, que nos Otorgue el martirio, no que nos Devuelva a nuestra patria, tierra, familia e hijos. Es que ninguno de nosotros se preocupa por quien dejó detrás de sí de su familia, porque había confiado su esposa e hijo a Su Señor. Y sólo nos preocupamos por lo que está frente a nosotros[20].
La vida militar islámica se distinguía también por el espíritu colectivo, mediante el cual cada hombre en la sociedad islámica sentía su propia responsabilidad hacia la Ummah (comunidad islámica), poniendo en práctica lo que Al-lâh Dice [traducción del significado]: {Aferraos todos a la religión de Al-lâh y no os dividáis.}[21] Y el Hadîz del Profeta (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam): “La Mano de Al-lâh Está con la congregación unida.”[22] Por eso Al Hubâb ibn Al Mundhir (que Al-lâh Esté compalcido con él) preguntó al Profeta (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam) durante la Gazuah (batalla) de Badr cuando vio que el lugar donde los musulmanes acamparon no los ayudaría a lograr una victoria segura sobre su enemigo: “¿Ha designado Al-lâh este lugar, de modo que no podemos cambiarlo, o es una estrategia militar producto de la consulta?” El Profeta respondió: “Es una estrategia militar que me aconsejaron.” Al Hubâb (que Al-lâh Esté compalcido con él) dijo: “¡Oh Mensajero de Al-lâh! Este lugar no es adecuado; permítenos acampar junto al pozo de agua más cercano al enemigo, hacer una reserva de agua y luego llenar de tierra todos los demás pozos, así, podremos beber y ellos no”. El Profeta aprobó su plan y lo llevó a cabo. A continuación, el Profeta (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam) y los musulmanes anduvieron hasta que llegaron al pozo de agua más cercano al enemigo y ordenó que los demás pozos se enterrasen, y establecieron una cuenca en torno al pozo junto al que acamparon, la llenaron de agua y arrojaron sus tarros en ella”[23].
Los musulmanes no se movieron a equipar el “ejército de la dificultad” en la Gazuah (batalla) de Tabûk sino por su sentimiento del espíritu grupal que une la sociedad musulmana. Ninguna otra civilización tuvo un espíritu colectivo tan maravilloso como el de la civilización islámica en cuanto a la otorgación y el sacrificio. Pues, para ejecutar la misión militar aprobada por sus comandantes, los musulmanes se competían en gastar su dinero y otorgar limosnas [para equipar el ejército musulmán]. Así, ‘Uzmân ibn ‘Affân (que Al-lâh Esté compalcido con él) preparó un convoy dirigido a Ash-Shâm compuesto de 200 camellos con sus equipamientos y luego se los otorgó a los musulmanes en concepto de limosna. Después dio otros 100 camellos con sus equipamientos en caridad. Y más tarde vino y arrojó unos 1000 dinares en el regazo del Profeta (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam) también en concepto de limosna. Y siguió dando más y más limosnas, hasta que sus limosnas alcanzaron la cantidad de unos 900 camellos y 100 caballos, aparte del dinero.
También ‘Abdur-Rahmân ibn ‘Auf (que Al-lâh Esté compalcido con él) otorgó en concepto de limosna 200 onzas de plata. Y Abu Bakr (que Al-lâh Esté compalcido con él) dio en caridad todo su dinero- el cual era 4000 Dírhams- confiando su familia a Al-lâh (Glorificado Sea) y a Su Mensajero (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam), y fue el primero en dar limosna. También Omar (que Al-lâh Esté compalcido con él) otorgó la mitad de su dinero, y Al ‘Abbâs (que Al-lâh Esté compalcido con él) donó mucho dinero. Talhah, Sa‘d ibn ‘Ubâdah y Muhammad ibn Maslamah (que Al-lâh Esté compalcido con ellos) pagaron cantidad de dinero en concepto de limosna. Y ‘Âsim ibn ‘Adei otorgó noventa cargas de camellos llenas de dátiles. Y la gente siguió dando pocas y muchas limosnas, hasta que hubo quien dio uno o dos almudes[24] y no tenía capacidad de otorgar más. También las mujeres mandaron en concepto de limosa lo que podían de almizcle, brazaletes, ajorcas de los pies, pendientes y anillos[25].
Por otra parte, la buena relación entre el comandante y sus soldados era uno de los factores más importantes para el éxito de la vida militar islámica. El Profeta (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam) tenía mucho interés en establecer relaciones basadas en el amor y la confianza entre sus soldados y él. Por lo tanto, llamaba a cada uno con el nombre que le agradaba, así que, por ejemplo, dijo sobre Abu ‘Ubaidah (que Al-lâh Esté compalcido con él): “Cada nación tiene un confidente, y el de esta Ummah es Abu ‘Ubaidah ibn Al Yarrâh.”[26] También dijo sobre Az-Zubair ibn Al ‘Aûâm (que Al-lâh Esté compalcido con él): “Cada Profeta tiene un Hauâri [discípulo y ayudante], y el mío es Az-Zubair.” Además, el Profeta (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam) participaba con ellos en la ejecución de sus misiones defensivas y ofensivas, como hizo en la Gazuah del Ahzâb (la batalla de los aliados), y su método fue seguido por los comandantes después de él, de modo que trataban a sus soldados con humildad. Por lo tanto, el mensajero de Al Muqauqis los describió diciendo: “Vi a unos hombres a los que la muerte les agrada más que la vida, y la humildad más que el orgullo, y ninguno de ellos tiene interés en los goces mundanos; de lo contrario, se sientan en el suelo, comen arrodillados, su príncipe parece ser uno de ellos, no se sabe quién de entre ellos es de alto rango y quién no, ni se distingue al señor del el esclavo”[27].
Innovaciones en el campo de batalla
Las innovaciones y la creatividad son una característica pionera del cuerpo militar islámico. Lo que pasó en la batalla de Al Qâdisîah –cuando los musulmanes se asombraron en el primer día de la batalla por la aparición de los elefantes en el frente del ejército persa- indica claramente la creatividad en la planificación militar islámica, ya que los elefantes con sus tamaños y altos barritos intimidaron los caballos de los musulmanes, y a consecuencia de eso los caballos se retrocedieron. Por lo tanto, rápidamente los comandantes se consultaron y prepararon un plan para vencer los elefantes. Sa‘d (que Al-lâh Esté compalcido con él) envió a un mensajero a ‘Asim ibn ‘Amr At-Tamîmi para preguntarle: “¡Oh pueblo de Tamîm! ¿Acaso no sois expertos en los camellos y caballos? ¿No tenéis alguna trampa para vencer estos elefantes?”. Respondió: “¡Sí, por Al-lâh!”, después llamó a los arqueros de su pueblo y a otros que eran inteligentes y ágiles. Y les dijo: “¡Oh arqueros! Atacad a los jinetes de los elefantes con flechas”. También dijo: “¡Oh hombres inteligentes y ágiles! Atacad los elefantes por detrás y cortadles el cinturón, para que los asientos que portan a los jinetes se caigan”. Luego salió a protegerlos mientras la batalla estaba en la cumbre de su furia, y los flancos, el derecho y el izquierdo, del ejército se estaban moviendo de un lugar a otro no lejos del enemigo. Y los hombres de ‘Asim atacaron los elefantes y cortaron los cinturones que sujetaban los asientos de los jinetes, y a consecuencia de eso, el aullido de los elefantes subió y se arrojaron todos los equipamientos de los elefantes y sus jinetes fueron asesinados[28].
Uno de los planes militares creativos más famosos en la historia islámica es el de Muhammad Al Fâtih para conquistar Constantinopla. Muhammad Al Fâtih llegó con sus barcos cargados de cañones inmensos al estrecho de Dardanelos, donde encontró que los bizantinos cerraron el paso de dicho estrecho a través de colocar un conjunto de cadenas grandes que se extendían entre las dos costas, de modo que impedía el paso de los barcos. Sin embargo, este obstáculo no debilitó la voluntad de este ingenioso caudillo ni interrumpió su marcha. Él decidió realizar la mayor operación de traslado de flota marina en la Historia. De modo que todo el ejército estiró los barcos sobre postes de madera que colocaron sobre la tierra, luego atravesaron las cadenas [por vía terrestre] y después volvieron a meter los barcos otra vez en el mar. Los bizantinos se asombraron de tal movimiento de evitación sin precedentes en toda la Historia. Pues, por primera vez en la historia militar un caudillo se atreve a trasladar sus barcos con los cañones pesados, equipamientos y suministros que portan subiendo la cumbre de una montaña y después bajar de vuelta al mar para enfrentar a su enemigo. Y el resultado del buen uso del elemento de sorpresa fue su dominación de la ciudad con la menor pérdida posible[29].
Éstas son algunas de las características singulares del organismo militar islámico que indican la posición pionera de la creencia de la cual surge la civilización islámica junto con la prosperidad de sus hijos.
[1]Abu Zaid Shalabi, Târîj Al Hadârah Al Islâmîah Ua Al Fikr Al Islâmi, Pág. 150
[2]Ibídem.
[3]Ibíd., Pág. 153
[4]Ibíd., págs. 150-151.
[5] [Corán 61: 4].
[6] Kamâl ‘Anâni Ismâ‘îl, Dirâsât Fi Târîj An-Nudhum Al Islâmîah, Pág. 167.
[7]Abu Zaid Shalabi, Târîj Al Hadârah Al Islâmîah Ua Al Fikr Al Islâmi, Pág. 159
[8]Kamâl ‘Anâni Ismâ‘îl, Dirâsât Fi Târîj An-Nudhum Al Islâmîah, Págs. 172-177.
[9]Ibn Kazîr, Al Bidâiah Ua An-Nihâiah, 4/399.
[10]Muhammad ibn Al Qâsim: Es Muhammad ibn Al Qâsim ibn Muhammad ibn Al Hakam ibn Abi ‘Uqail Az-Zaqafi, (62-98 de la Hégira / 681-717 d.C.) Es el conquistador del Sind y el divulgador del Islam en dicho lugar. Véase Az-Zirkali Al A‘lam 6/334.
[11]Shauqi Abu Jalîl, Al Hadârah Al ‘Arabîah Al Islâmîah, Pág 362.
[12]Ibn Kazîr, Al Bidâiah Ua An-Nihâiah, 12/409.
[13]Al Maqrîzi, As-Sulûk Lima‘rifat Diual Al Mulûk 3/101.
[14]Ibn Jaldûn, Al ‘Ibar Ua Diuân Al Mubtada’ Ua Al Jabar 7/188.
[15]Al Qalqashandi, Subh Al A‘shâ, 2/153.
[16]Ibn Hishâm, As-Sîrah An-Nabauîah, 3/101.
[17]Abu Ar-Rabî‘ Al Andalusi, Al Iktifâ’ Bima Tadammanahu Min Magâzi Rasûlil-lâh Ua Az-Zalâzatul Julafâ’, 3/7.
[18] [Corán 3: 126].
[19] [Corán 2: 190].
[20]Ibn Tagri Bardi, An-Nuyûm Az-Zâhirah Fi Mulûk Misr Ua Al Qâhirah 1/4.
[21] [Corán 3: 103].
[22] [At-Tirmidhi (2166)][An-Nasâ’i (4020)][Ibn Hibbân (4577)][Al Hâkim (399)][Al Albâni: Sahîh][Sahîh Al Yâmi‘ (1848)].
[23]Ibn Hishâm, As-Sîrah An-Nabauîah, 1/620. Ibn Kazîr, As-Sîrah An-Nabauîah 2/402, As-Suhaili, Ar-Raud Al Anif 3/62, At-Tabari, Târîj Al Umam Ua Al Mulûk 2/29.
[24]Medida que equivale a la porción que cabe en dos manos -en posición normal ni cerradas ni extendidas- y que es igual aproximadamente a 750 gramos.
[25]Ibn Kazîr, As-Sîrah An-Nabauîah 4/6.
[26] [Al Bujâri (4121)].
[27]Ibn Tagri Bardi, An-Nuyûm Az-Zâhirah Fi Mulûk Misr Ua Al Qâhirah 1/11.
[28]At-Tabari, Târîj Al Umam Ua Al Mulûk 2/412.
[29]Ali Muhammad As-Sal-lâbi, Ad-Daulah Al ‘Uzmânîah ‘Auâmil An-Nuhûd Ua Asbâb As-Suqût, Pág. 88
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